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Pareja que trabaja en la cura contra el COVID-19 pasó su boda trabajando en un laboratorio

Para muchas parejas, pasar el día de su boda trabajando en un laboratorio no es lo más ideal, pero cuando se trata de la vacuna contra el COVID-19 puede ser lo mejor.

La noticia de que una vacuna de Pfizer es 90% efectiva contra el COVID-19 ha sido anunciada como un punto de inflexión en la lucha global contra el virus. Pero aunque ha sido financiada por el gigante farmacéutico estadounidense, la ciencia en sí es obra de BioNTech, una empresa alemana fundada por una pareja casada tan dedicada que pasó el día de su boda trabajando en un laboratorio.

Los científicos y empresarios, Ugur Sahin, de 55 años, y Ozlem Tureci, de 53, están siendo aclamados como los cerebros que permitieron que surgiera la vacuna contra el coronavirus, y actualmente se encuentran entre los 100 alemanes más ricos, y el valor de su empresa BioNTech se disparó a 21 mil millones de dólares a raíz de este avance.

Según reseña el portal Sky News, el trabajo de la pareja sobre el potencial del ARNm contra los síntomas del cáncer resultó ser vital en el desarrollo de la vacuna COVID-19, al punto que en enero, el profesor Sahin se encontró con un artículo científico sobre un nuevo brote de coronavirus en la ciudad china de Wuhan y le sorprendió lo pequeño que fue el paso desde los medicamentos de ARNm hasta las vacunas virales basadas en este compuesto.

BioNTech asignó rápidamente alrededor de 500 empleados para proyectar la velocidad de la luz para trabajar en varios compuestos posibles, ganando al gigante farmacéutico Pfizer y al fabricante chino de medicamentos Fosun como socios en marzo. Ahora, los ensayos han demostrado que la vacuna, que utiliza material genético de ARNm para estimular al cuerpo a producir anticuerpos, tiene una eficacia del 90%.

Pero todo este esfuerzo no vino en vano, puesto que la pareja se enfocó tanto en la tarea humana de conseguir una cura contra el COVID-19 que incluso durante el día de su boda se la pasaron trabajando en un laboratorio, perdiendo la oportunidad de celebrarlo de una manera más íntima y romántica.

Matthias Theobald, un profesor de oncología en la Universidad de Mainz, donde el profesor Sahin todavía enseña, dijo: "Es una persona muy modesta y humilde. Las apariencias significan poco para él”. Sin embargo explicó que “quiere crear las estructuras que le permitan hacer realidad sus visiones y ahí es donde sus aspiraciones están lejos de ser modestas".

Otro compañero, Matthias Kromayer, dijo: "A pesar de sus logros, nunca dejó de ser increíblemente humilde y agradable".

Este comportamiento es el que ha hecho que la pareja posponga algunos compromisos importantes en pro de su trabajo, y en este caso, de la humanidad. Así lo reconoce Tureci, comentando en una entrevista que incluso el día de su boda ambos hicieron tiempo para el trabajo de laboratorio, sin pensar en una celebración.

Un poco de historia

Ugur Sahin, quien ejerce como director ejecutivo de BioNTech, nació en la ciudad turca de Iskenderun y se mudó a Alemania Occidental a los cuatro años. Su padre era un trabajador migrante en una fábrica de Ford en Colonia. Ozlem Tureci, que es la directora médica de la empresa, nació en Alemania y es hija de un médico turco que emigró al país desde Estambul.

Sahin se formó como médico y estudió en Colonia y Hamburgo, pero se centró en la investigación de la inmunoterapia. Conoció a la doctora Tureci al principio de su carrera académica. La pareja tenía una pasión por la investigación y la oncología, que llevó a fundar su primera empresa, Ganymed Pharmaceuticals, en 2001. La compañía se propuso investigar la posibilidad de utilizar código genético modificado, o Messenger RNA (mRNA), para engañar al cuerpo para que luche contra el cáncer y desarrolle anticuerpos que lo combatan.

Vendieron este negocio en 2016 por $1.4 mil millones. Para entonces, ya estaban ocupados construyendo BioNTech, fundada en 2008, para buscar una gama mucho más amplia de herramientas de inmunoterapia contra el cáncer. Con estos números seguramente la pareja no habría tenido problema en pasar su día de bodas en algún sitio más tranquilo si su trabajo para la cura contra el COVID-19 y la nueva normalidad en el mundo lo hubiese permitido.

Fuente: Nueva Mujer

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