Fumar en el auto puede dañar la salud de los niños aunque no estén presentes
Cuando una persona viaja en el automóvil de un fumador no sólo queda expuesta al humo del tabaco que está consumiendo durante su presencia. También se expone al humo de tercera mano (que se conoce como THS por su sigla en inglés), que son las sustancias que permanecen adheridas en las superficies del interior del vehículo.
El humo de tercera mano es un grave riesgo para la salud de los no fumadores y, especialmente, para los niños, según un reciente trabajo científico. Un equipo de investigadores de Europa y Estados Unidos descubrió qué pasa en los automóviles en los que se fuma tabaco. El análisis se realizó con participantes del Reino Unido y de España, fue coordinado por la Agencia de Salud Pública de Barcelona, en España, y publicado en la revista Environmental Research.
Para el trabajo, participaron 15 automóviles de España y 30 del Reino Unido. Veinte de los conductores no eran fumadores, quince no fumaban dentro del vehículo, y 10 sí lo hacían. Al tomar muestras de los autos, los investigadores pudieron medir los marcadores específicos del humo de tercera mano y hallaron que las concentraciones de dichas sustancias en los coches de los tabaquistas que fuman en el interior eran extremadamente altas.
En los vehículo de los fumadores que consumen tabaco en el interior, la mediana de nicotina en el aire medida sólo durante el viaje fue de 21,44 microgramos por metro cúbico. Es decir que detectaron concentraciones del humo de tercera mano hasta seis veces superiores que las halladas en los coches de no fumadores.
Tras contar con los resultados de las mediciones, Esteve Fernández, jefe de la Unidad de Control de Tabaco del Instituto Catalán de Oncología (ICO) y uno de los coautores, junto al resto de los investigadores, subrayaron que “debería prohibirse fumar en los vehículos” para proteger a los niños eficazmente de la exposición a la contaminación por humo de tabaco.
“El humo de tercera mano en el microambiente de un coche se convierte en un peligro añadido tanto para los pasajeros fumadores como para los no fumadores, pero especialmente para los niños”, escribieron los autores del trabajo.
Este estudio -aclararon- “se suma al conjunto de pruebas que demuestran que los coches de los fumadores son reservorios de contaminantes del humo del tabaco. De especial importancia en términos de riesgos para la salud debido a su papel en la patogénesis del cáncer son las elevadas concentraciones de nitrosaminas específicas del tabaco que reportamos en los coches de fumadores que consumen en su interior”.
En el trabajo, los investigadores encontraron que también había contaminantes en los coches de los no fumadores y de los tabaquistas que no fumaban en el interior. Aclararon que tres de los coches habían sido comprados entre 9 meses y 4 años antes de la toma de muestras, a conductores que fumaban, y que el humo de tercera mano puede permanecer durante períodos prolongados en las superficies.
De acuerdo con Ana Navas-Acien, investigadora del Departamento de Ciencias de la Salud Ambiental de la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia, en los Estados Unidos, y una de las coautoras, abrir las ventanillas de los automóviles no es suficiente para terminar con el humo de tercera mano: “El coche es un espacio muy pequeño y al fumar ahí, el aire contaminado se concentra y las personas tienen menos posibilidades de evitar respirar ese aire con hasta 50 carcinógenos. Abrir ventanas no ayuda porque el aire no llega a salir y no se eliminan estos tóxicos”.
Fuente: Infobae
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