‘El Principito’ cumple 80 años de haber aparecido en la tierra
Si hubiera que poner una fecha de nacimiento al pequeño príncipe, sería en Nueva York, el 6 de abril de 1943. Esa es la versión oficial de la Fundación Antoine de Saint-Exupéry, y del administrador de la marca Le Petit Prince, Thomas Rivière, sobrino nieto del autor y aviador.
A Francia, el libro llegaría tres años después. Pero el festejo oficial por las ocho décadas se mantiene en 2023, para el cuento que ha unido a varias generaciones de lectores desde entonces, pues ha sido traducida, al menos de manera oficial, a más de 500 idiomas.
“Tengo suerte de ser parte de la familia, él fue el tío de mi abuela, ella lo conoció”, explica el parentesco Rivière, que recuerda que quería trabajar para la marca desde que era un niño, lo que considera una “profecía cumplida”. Es el encargado de las múltiples licencias, que este año veremos en forma de una colección de la firma de moda Mango, y una nueva serie animada que se estrenará en Francia.
El Principito se ha convertido en un referente de la literatura y en un ícono de desarrollo sostenible, de promoción de la paz y de los derechos de los niños. Después de todo, viene de un asteroide ‘globalizado’, apenas lo bastante grande como para que viva con su rosa, tres volcanes y unas cuantas semillas de baobab. Es responsable de la limpieza del planeta, y ama tanto los atardeceres que una vez vio 44 de ellos de corrido.
Visita otros mundos, pero no busca colonizarlos, solo tiene preguntas, y el deseo de llevarse un cordero. En la Tierra tampoco tiene suerte, pues se encuentra con un zorro desconfiado y con un aviador que no puede entender su curiosidad. Así, tiene que ser paciente con él y empezar a explicarle todo desde el principio. “¡Dibújame un cordero!”.
A este punto, tal vez usted esté recordando el final del relato. El pequeño príncipe le diría que no se preocupe, el viaje debe seguir, igual que el del aviador.
Antoine de Saint-Exupéry nació en Lyon, en 1900, y ese nombre alude a su título nobiliario, conde de Saint-Exupéry. Su apellido era Roger. Su profesión en la Fuerza Aérea Francesa le dio la orden de la Legión de Honor y alimentó su escritura. La novela corta El Principito fue precedida por El aviador, Correo del sur, Vuelo de noche, Piloto de guerra y la memoria Viento, arena y estrellas (1939), ganadora del National Book Award en Estados Unidos. Después de El Principito escribió Carta a un rehén (1944), que se publicó de manera póstuma, al igual que una docena de obras más, la última de ellas en 2007. Al volver a unirse a las Fuerzas Francesas Libres, fue derribado en una misión, el 31 de julio de 1944.
Tres lectores ecuatorianos:
“El Principito llega a mí de la mano de una maestra que dibujó en el pizarrón y con tiza una caja con orificios. ‘¿Qué es esto para ustedes?’. Cada uno decía lo que se le ocurría hasta que ella reveló el misterio. Ese fue el impulso para buscar el libro por cuenta propia, pues ya lo teníamos en casa. Cada vez que he releído la obra con grupos de niños, confirmo una vez más que cada quien lee y analiza desde su realidad, desde sus vivencias, desde su contexto. Quiero terminar recordando a aquel niño que luego de leer la visita de nuestro personaje al planeta habitado por un bebedor, estaba llorando, pues su propia realidad cobró vida en ese momento. Fue triste, pero a la vez ocasionó la oportunidad para hablar sobre el tema. El Principito siempre invitará a la reflexión”.
Rosa Pogo Romero, promotora de lectura
“Quedé maravillado por la fuerza de la imaginación y su mensaje de valorar el trabajo, el amor y la amistad. Sentí que había hecho el viaje en donde este pequeño príncipe me había enseñado que los adultos, muchas veces, no vemos ni disfrutamos lo esencial de la vida. Saint-Exupéry escribió una obra necesaria para los adultos, no para los niños, porque nos hace recordar el sentido de la vida, nuestros principios y nuestros sueños, lo que dejamos atrás y tenemos que rescatar para poder realizarlo. Una obra clave de la fantasía.
Cristián Londoño Proaño, escritor, director, productor y académico
“Conservo ese primer ejemplar releído varias veces en mi vida, en los que hay subrayados que ya no entiendo y que me han mostrado a la lectora que era hace mucho tiempo. Es de los pocos que conservo de mi niñez. Si bien es cierto, no recuerdo vivamente la primera lectura, sé que no coincide con la de la lectora de hoy, que no ha podido esquivar a la experiencia y que hace que este texto se lea distinto. La coincidencia, sin embargo, será que en la última página siempre reconoceré a este como un texto muy bello”.
Adelaida Jaramillo, Palabralab
Fuente: EL UNIVERSO
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