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Los grandes beneficios de andar descalzos

Los niños que aprenden a andar descalzos gozan de mayor equilibrio, un arco de pie correcto y andan mejor. Aporta también vitalidad y menos enfermedades.


Andar descalzos es un hábito saludable que vamos perdiendo poco a poco. Durante la niñez nos fascina la idea de estar en contacto con la tierra, el césped o el suelo frío.


Caminar descalzo unos minutos al día, trae muchos beneficios a la salud. Necesitamos estar conectados a los campos energéticos de la Tierra. Los electrones de la tierra tienen la capacidad de mejorar la salud. Vivimos inmersos en un mar de campos eléctricos y electromagnéticos.


La electricidad debería fluir por nosotros pero el calzado y las superficies aislantes cortan el flujo. Entonces se produce una carga que crea tensiones en el organismo y perjudica la salud.


Beneficios de andar descalzos

Algo tan sencillo como caminar descalzo puede incrementar la vitalidad y prevenir numerosas enfermedades. Estudios científicos han demostrado que tocar la tierra con los pies desnudos, permite al cuerpo reequilibrar sus cargas eléctricas, un proceso básico para mantener la vitalidad y la salud. Andar descalzos, sincroniza los ritmos. Contribuye a que los ritmos del cuerpo estén armonizados con la noche y el día. Mejora tanto el sueño por la noche como la sensación de vitalidad durante el día.


El cuerpo es un conductor natural y necesita tanto el contacto eléctrico con la Tierra como precisa del agua o los nutrientes. Sin este flujo energético, la vida de las personas, los animales y las plantas sería sencillamente imposible.

Cuando pisamos la tierra, sus electrones libres se transfieren hacia el interior de nuestros cuerpos y estos son, probablemente, los antioxidantes más potentes conocidos y actúan como antiinflamatorios sin efectos secundarios.


Desinflama. Por tanto, los electrones que proceden del suelo reducen la inflamación y la oxidación, y con ello, el dolor y los daños sobre las células.


Disfunciones tan comunes como la diabetes, la obesidad y la hipertensión podrían estar relacionadas también con la pérdida de contacto con la tierra de la sociedad actual.


Andar descalzos modifica de manera positiva la actividad eléctrica del cerebro, mejora las funciones cardíacas, ayuda a regular los niveles de glucosa en sangre y fortalece el sistema inmunológico. Se reducen las dolencias crónicas de muchas patologías graves.


Para los huesos, andar descalzos también es muy beneficioso, sobre todo si se hace sobre superficies con diferentes texturas -rugosas, planas- y sin inclinación lateral. Andar sin zapatos hace que la biomecánica del pie reorganice de forma natural la tensión estructural del cuerpo entero. En definitiva, constituye un descanso muy recomendable para recuperar la alineación de las articulaciones y el espacio anatómico.


Según se ha demostrado, las personas que andan de forma habitual descalzas tienen el antepié más ancho y distribuyen mejor el peso por toda la superficie de la planta. Apoyan mejor y reparten mejor la fuerza y el equilibrio. Además, tonifica las piernas y desarrolla una mayor fuerza muscular en los pies y las caderas. A su vez, es una buena terapia antiestrés, el placer de caminar descalzo por la orilla de la playa, pisar la hierba o la tierra del campo hace que el organismo se revitalice, se relaje y la energía fluya en su interior.


Así que, andar descalzos relaja. La activación del sistema nervioso parasimpático reduce los síntomas de ansiedad, las frecuencias cardiacas y respiratorias, la tensión arterial y la secreción de las hormonas estresantes adrenalina y cortisol.


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