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5 alimentos para la mente que te harán guapo por dentro y por fuera

Relaciónate, lee, crea, sé curioso y relájate, cinco alimentos para el espíritu, la proteína del cerebro, el motor que alimenta el buen karma.

La cara es el espejo del alma, pero no solo la alegría, la tristeza, la ilusión o el desengaño se expresan en ella.


El cerebro reacciona al alimento del mismo modo que lo hace el cuerpo a través del estómago, con la diferencia de que la fuente principal de sus nutrientes son los pensamientos, las palabras y las acciones.


Podemos comer bien o mal, darle pensamientos cerebro-saludables o fast food, alimentarlo con lo mejor de la despensa del conocimiento o cebarlo con mensajes envenenados; pero una cosa es cierta: si crecemos con pensamientos constructivos y creativos nos sentiremos guapos por dentro y lo seremos también por fuera, ya que, en un feedback agradecido y satisfecho, nos recompensará con dopamina, oxitocina, serotonina, endorfinas... las drogas de la felicidad, las drogas del placer. Y eso, no lo dudes, se nota en tu cara.



No son más que hábitos que deben formar parte de nuestra vida diaria, alimentos cotidianos del día a día. Algunos, como la curiosidad, transversales a la existencia y todos, sin excepción, necesidades vitales; pero, si no es así, incorporar estos cinco alimentos para la mente te hará sentir mucho más atractivo.


Sé creativo. Todos sin excepción tenemos un creativo en nuestro interior. Todos poseemos una singularidad creativa y el impulso creador que permite mostrarnos tal y como somos.

Crear es expresar a través del lenguaje de la imaginación. Crear es la mayor expresión de libertad. Escribir, pintar, tocar un instrumento, cocinar, diseñar, coser, jugar... da igual qué, dónde y cómo lo hagas, pero exprésate. Sé el Murakami de tus pensamientos, el Hendrix de tus sonidos, el Stark de tus diseños, el Nureyev de tus movimientos, el Adriá de tu cocina... Sé y crea, muéstralo y siéntete orgulloso: no es cuestión de ganarse la vida con ello, es cuestión de mejorar tu vida a través del espíritu creativo.


Interactúa. Relaciónate, sal con amigos, conoce gente nueva, viaja y muéstrate abierto a la novedad. Improvisar y descubrir, ceder y adaptarse son ingredientes básicos en la amistad y la convivencia, porque darse a los demás es recibir más de lo que se ofrece; porque cultivar las relaciones personales es tan beneficioso para la salud como el ejercicio y la buena alimentación.

Sal, pues, y queda para tomar algo, para practicar algún deporte, para pasear, para cenar, para lo que sea, pero sal y no dejes que pase tu vida en un sillón frente al televisor.


Lee. Da igual lo que leas, pero lee. Leer es andar por otros mundos, transitar por otras vidas, marchar desde el sillón sin desplazarnos.

Leer es un viaje low cost en primera clase que sin salir de casa te permite navegar 20.000 leguas o remontar el río Congo al encuentro de Kurtz. Leer relativiza y nos hace críticos.

Leer activa el cerebro y la imaginación, refuerza y aumenta las sinapsis interneuronales y nos rejuvenece de cuerpo y de espíritu.


Sé curioso. Porque la curiosidad, lejos de matar al gato le hace avanzar. Nunca se sabe lo que encontraremos detrás de una puerta cerrada, pero si no la abrimos jamás conoceremos el mundo que nos espera al otro lado.

Ábrelas sin miedo, con cautela si quieres, pero sin miedo, y con la mirada ingenua y cándida del niño que quiere seguir aprendiendo y lo devora todo con los ojos, porque abrir puertas nos precipita al conocimiento y nos hace crecer como personas. Abrir la puerta de quien te acompaña es descubrir cómo es y te permite saber si ha de seguir a tu lado o por el contrario alejarse de ti.

Abrir la puerta a lo novedoso es mostrarte la realidad de lo que ignoras y lo pequeño que eres, la invitación a seguir avanzando para continuar creciendo. Abrir puertas siempre es más arriesgado que permanecer inmóvil frente a ellas, porque nos expone a la decepción y nos precipita hacia lo desconocido, pero la vida sin riesgo es una vida escasamente vivida.


Relájate. Si algo tiene solución ¿para qué agobiarse? Y si no la tiene, qué le vamos a hacer. ¿Para qué agobiarse? Vivimos permanentemente agobiados, continuamente estresados.

En ocasiones nos anteponemos a lo que nos puede pasar y nos angustiamos, mientras que en otras, nos pesa el pasado y nos entristecemos; pero entre la ansiedad por el futuro y la melancolía por el pasado hay un espacio por el que transitamos llamado presente que percibimos marcado por nuestra actitud y que en cierta medida desaprovechamos y nos pasa sin apenas vivirlo.

La vida pasa frente a nosotros mientras permanecemos anclados en el ayer o angustiados por la incertidumbre del mañana.

Relájate, nada tiene tanta importancia como para no vivir el ahora, la única realidad evidente, y disfrutarlo. Relájate para tomar conciencia de ti mismo y de cuanto te rodea, centrarte en lo que eres y lo que sientes y actuar en consecuencia. Incorpora alguna técnica de relajación en tu vida.

Existen muchos métodos, pero por su facilidad de realización y eficacia, sin ser propiamente uno de ellos, es interesante practicar la Respiración Profunda, pues los beneficios que se obtienen son similares y se convierte en una de las soluciones más efectivas para el control de la ansiedad y el estrés. Básicamente, las pautas a seguir son las siguientes:


  • Sentados cómodamente, una mano en el pecho, la otra en la zona abdominal; meñique de la mano del pecho toca el pulgar de la del abdomen.

  • Inspira por la nariz suave y lentamente 3-4 segundos. Nota cómo se llenan los pulmones y cómo el estómago sale hacia fuera. Mantén el aire dentro 2 ó 3 segundos. Espira muy lentamente por la boca, a través de los labios ligeramente abiertos, durante 4 ó 5 segundos, hasta eliminar completamente el aire de los pulmones. Concéntrate en tu respiración y en el movimiento de tu cuerpo en las manos.

  • Repite el ciclo cinco veces, descansa unos minutos y realiza 5 ciclos más de inspiración-espiración.

  • Practica dos veces todos los días. Los beneficios no tardan en sentirse traducidos en agradables sensaciones de bienestar.

Relaciónate, lee, crea, sé curioso y relájate, cinco alimentos para el espíritu, la proteína del cerebro, el motor que alimenta el buen karma. Porque del mismo modo que éste viene determinado por nuestras acciones y pensamientos, aquellos condicionan nuestro aspecto, nuestra actitud ante la vida y nuestro rostro. A fin de cuentas, la cara no es más que el espejo del alma.


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